En virtud de tales lazos que incluyen a todos los fenómenos energéticos estamos afectados por esas fuerzas cósmicas, y podemos a su vez convocarlas.
Influimos sobre otros seres así como ellos influiyen sobre nosotros.
A aquellas energías cósmicas que se caracterizan por su tendencia a perturbar y/o destruir el equilibrio e información de los sistemas energéticos biológicos los mapuche las llaman, en forma genérica, energía wekufü; energía negativa o destructiva.
Este tipo de energía tiene la propiedad de poder ser concentrada y proyectada a distancia, así como también condensarse en forma sutil o grosera dentro de un ser vivo o una cosa.
Ella puede ser irradiada por el pensamiento o emoción de un hombre que es violentado o herido.
La acción energética a distancia es simbolizada por los pueblos chamánicos, incluida la Grecia arcaica, por el disparo de flechas mágicas.
Otros pueblos con similares conceptos son los bergdama del suroeste de África. los cheyenne de Norteamérica, los hindúes, los aztecas, por citar tan sólo algunos.
Los alemanes tienen aún en su idioma la supervivencia de esta concepción al denominar a la tortícolis: "proyectil del brujo" o "proyectil del elfo" (hexengeschoss o elfengeschoss).
Según el cronista Rosales, algunas enfermedades son para los mapuche "alguna flecha invisible que le ha tirado algún wekufü".
Esta energía, una vez condensada, se materializará en forma de palitos, piedritas, gusanos o insectos, mencionados ya en las anteriores definiciones de wekufü, y estos objetos son los que provocan la enfermedad como causa inmediata.
Los llamaremos endoparásitos wekufü, a fin de distinguirlos de otros tipos de condensación energética patógena, también parásita, pero de acción externa o superficial respecto del cuerpo del paciente: ectoparásitos wekufü. Estos últimos son análogos a los keres de la medicina griega arcaica.
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